Estamos a unos días de empezar el IV Mundial de Surf Adaptado de la ISA y yo soy, por segundo año consecutivo, atleta participante, y me siento orgullosa de ser parte de una historia increíble que es mucho más grande que yo, al lado de atletas y surfistas de gran renombre como Alana Nichols, Dani Burt y Ann Yoshida. Soy parte de un movimiento mundial que está posicionando el surf adaptado como un deporte de alto rendimiento y las mujeres tenemos un papel protagónico.
Yo nunca había sido deportista, era de las que en el cole trataba a toda costa de saltarme la clase de educación física, pero siempre amé el mar, desde muy niña. Surfear no era algo que estuviera en mis planes, lo admiraba pero jamás pensé que yo lo podía hacer… hasta que un amigo, Juan Manuel Camacho, también usuario de silla de ruedas y parte del equipo de surf adaptado, me invitó a hacerlo… ¡y fue amor a la primera ola! Empezó como algo meramente recreativo y evolucionó en poco tiempo a lo competitivo.
Siempre entraba acompañada de surfistas con gran trayectoria: Marcel Oliveira, actual campeón nacional de longboard y Stand Up Paddle (SUP), y de Cindy Díaz, actual campeona de bodyboard. Aprendí rápido, porque junto a ellos todo parecía muy fácil. Pero, en el III Mundial de Surf Adaptado, mi primera competencia internacional, entré a la categoría AS4, sin la asistencia a la que estaba acostumbrada… eramos en ese momento Dios, el mar y yo. “Poder, amor y dominio propio”, eran las únicas 3 palabras en las que pensaba con cada remada, parte de la preparación sicológica y espiritual que habíamos recibido del head coach, Gustavo Corrales y Andrea Chacón.
Este año, el proceso de entrenamiento empezó con en el Circuito Integrado de Surf (con la asistencia de Marcel), con muchas sesiones de free surf, entrando siempre acompañada pero sin tanta asistencia, hasta llegar a los entrenamientos oficiales durante el invierno, donde uno de mis mayores retos era poder llegar al line up… Pasé por muchos momentos de frustración, tristeza y enojo. Entrené durísimo para hacerme más fuerte y poder hacerlo sola, y siempre me revolcaron miles de olas de todo tipo, tragué agua, sentí que me iba a ahogar en varias ocasiones y salía con los ojos rojos por el mar y las lágrimas.
Por mucho tiempo no agarré ni una sola buena ola.. pero aprendí mucho de resiliencia y auto conciencia. Entraba asustada, con una voz en mi cabeza que me decía que el mar era más fuerte y que no lo iba a lograr… Dudé de mí misma tantas veces… Tenía un torbellino de emociones que me abrumaba, sentía un fuego interno que me impedía renunciar, pero no lo estaba disfrutando igual. Pasaron muchos atardeceres, conversaciones, remadas y wipeadas hasta que un set me revolcó, lo disfruté y salí riendo. Con apoyo integral del equipo técnico y amigos, volví a conectarme conmigo misma, con el mar y con esto que amo hacer: surfear.
Entendí e interioricé que nada de esto lo hacía sola. A Dios lo siento muy cerca, en la grandeza del mar, en la brisa, en la fuerza de las corrientes, y las olas. A cada momento están conmigo las enseñanzas de entrenadores y surfistas que han dedicado su tiempo a enseñarme todo lo que saben de surf y a aprender juntos de las adaptaciones que tenemos que hacer para que yo, persona con discapacidad, pueda ser tan buena surfeando como cualquier otra persona. Además, en cada ola van conmigo todas esas personas con y sin discapacidad que tienen grandes sueños y la certeza que pueden cumplirlos. Ni en las olas ni en las wipeadas estoy sola, van conmigo todos los surfistas amateurs, regulares y pro, que conocen tan bien esa adrenalina. Van conmigo también todas las personas y organizaciones que han apoyado de diferentes formas este movimiento.
Y es que, la belleza de convertirme en una surfista adaptada es que soy parte de algo muy grande. Algo que es más grande que la discapacidad y que el deporte por sí mismos. Soy parte de un movimiento que demuestra que la inclusión y la equidad de género pueden ser puestas en práctica en su totalidad. El mar es el mismo para todos, algunos tenemos más retos que otros, pero juntos logramos disfrutar, crecer y demostrar que lo imposible sólo se tarda más tiempo.
Voy preparada, emocionada, feliz y con todo para dar lo mejor de mí en este próximo mundial 2018.
Para leer este post en inglés, seguí el enlace: Becoming an adaptive surfer
Sos todo un orgullo Naty!!!
Te amamos y estamos seguros q te va a ir genial!!!